Ruanda, un país que ama el ciclismo

El Tour de Ruanda es considerado como un símbolo de la reconstrucción del país.

Hablar de Ruanda irá, por siempre jamás, ligada en nuestra memoria al genocidio de 1994 que destrozó a un país con una crudenta guerra civil que dejó aproximadamente un millón de personas asesinadas.

Pero Ruanda y los ruandeses, sin olvidar el pasado, han querido pasar página y reconstruirse, Muchas de esas buenas cosas pasan por el deporte y, en especial, por el ciclismo y el Tour de Ruanda.

A finales de febrero se disputa el Tour de Ruanda que, como cada año, será acogido con gran alegría y jolgorio por los ruandeses. El ciclismo de nuevo actuará como escaparate multiplicador para llevar al mundo lo bueno de un país que se ha convertido en uno de los más seguros de África.

En Ruanda las primeras carreras llegaron en los 60. Entre los llamados « muzungus», los blancos. 

En 1977, al inaugurarse un pequeño tramo de asfalto en la frontera con Tanzania, el Gobierno decidió celebrarlo a lo grande: con una carrera, que luego sería el Tour de l’Est que constaba de 300 kilómetros a recorrer en 2 días.

En esos años, cerca de Kigali, se disputaron otras carreras cortas, además de una prueba entre dicha ciudad y Butare, llamada Ascension des Mille Collines. No en vano, Ruanda es conocido por ser un país plagado de colinas.

Fue en 1988 cuando la Federación de Ciclismo de Ruanda organizó, de forma casi improvisada, una carrera por etapas que sería la precursora del futuro Tour de Ruanda. Aquella primera carrera la corrieron unos 50 corredores y el ganador final fue Celestin N’Dengeyingoma.

Aquella primera edición resultó un éxito y por ello en 1989 se volvió a organizar la carrera con victoria de Omar Masumbuko. En 1990 se volvió a correr, pero la tensión en el país ya era muy grande. Omar Masumbuko ganó de nuevo ese 1990 una edición que se vio recortada por las tensiones en el país.

En 1991 muchas de las carreteras del país estaban cortadas con barricadas y por ello no se pudo disputar la carrera. No se volvió a correr hasta 2001. Era la cuarta edición y es considerada por muchos como uno de los primeros símbolos de reconstrucción del país. Bernard N’Sengiyumva fue el vencedor de esa edición.

En 2008 llega uno de los momentos importantes de la carrera con la victoria del ruandés Adrien Niyonshuti. Adrien es uno de los niños que sobrevivió al genocidio en 1994. Aquel año contaba con seis años. Los hutus mataron a 6 de sus hermanos y a 60 miembros de su familia. Milagrosamente, pudo huir junto con su padre y su madres, malviviendo hasta que llegó el ejército rebelde Tutsis de la vecina Uganda y que los salvó de morir de hambre. 

Adrien Niyonshuti fichó en 2008 por el MTN-Qhubeka y en 2009 fue el primer africano negro en competir en un pelotón profesional. El efecto de la victoria de Niyonshuti fue uno de los que provocó que en 2009 el Tour de Ruanda formará parte de las carreras UCI catalogada como 2.2. En 2019 pasó a categoría 2.1.

Poco a poco los equipos y ciclistas europeos se fueron interesando por la prueba, sobre todo cuando subió de categoría UCI, pues la comenzaban a considerar una buena prueba para sumar puntos y victorias, que tienen el mismo peso al final del año en las estadísticas que puntos y victorias en carreteras francesas.

Hasta el 2019 solo el estonio Rein Taaramäe había subido al podio como segundo y ese mismo año, el suizo Matteo Badilatti lo hizo como tercero.

Como ganadores de etapas europeos, en 2018, David Lozano se hizo con una etapa y en 2020, José Manuel Díaz Gallego con otra. 

El Tour de Ruanda de 2021 fue seguido por muchos con lupa, pues se estaba cociendo entre bastidores una posible organización del Mundial de ciclismo en 2025. No sé si será por eso, pero la participación foránea fue la más grande de la historia de la carrera y el botín que se llevaron también, pues de las ocho etapas, cinco fueron para franceses, dos para colombianos y una, la última para un español, Cristian Rodríguez, que se convertiría en el primer europeo en ganar la general final del Tour de Ruanda. En el podio le acompañó el canadiense James Piccoli y el americano Alex Hoehn. 
El primer africano fue el eritreo Nahom Zerai que acabó noveno y el primer ruandés, un corredor de 20 años llamado Eric Muhoza.

Al final, Ruanda fue escogida como sede de los Mundiales de 2025 y ya sabemos que eso tendrá un efecto positivo sobre infraestructuras en el país y también en los extranjeros que querrán correr la prueba. En 2022 se volverá a batir el récord de corredores no africanos que correrán la carrera y, de largo, será su participación de mayor calidad.

Y todos ellos tendrán que afrontar en varias ocasiones, una de las grandeza del Tour de Ruanda que es la subida al Muro de Kigali, un tramo de 700 metros con pavé y con una pendiente del 6,6%, todo un icono de la carrera y en el país.

Si queréis saber más sobre el ciclismo en Ruanda, sobre cómo se ha llegado a este momento de gloria, os recomendamos que leáis el libro La tierra de las segundas oportunidades de Tim Lewis y editado por Libros de Ruta.

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